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miércoles, 2 de abril de 2014

TESTIMONIO ESPECIAL - 2 DE ABRIL: DÍA DE LOS VETERANOS Y CAÍDOS EN MALVINAS por ANY CARMONA



Testimonio especial

COMANDOS EN ACCIÓN: LA TOMA DE LAS MALVINAS

La historia de Pedro Camilo López, el único salteño (de la provincia de Salta, Argentina), que participó del asalto de las islas. La noche en que tomaron la casa del gobernador británico. La paradójica rendición de los ingleses. La decepción de las tropas de asalto argentinas y el circo montado por el Ejército Argentino.
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Corría el año 1982, la dictadura en la Argentina estaba en su momento más álgido y los conflictos internos nacionales preocupaban al pueblo al haber una amenaza constante de guerra con la República de Chile.
Todo se había iniciado el lunes 22 de Mayo cuando, luego de un fin de semana, el grupo de Buzos Tácticos volvió a la base naval de Mar del Plata y se le anunció que había acuartelamiento. A partir de ahí comenzaron los ejercicios normales tanto de día como de noche. Nadie sabía qué era lo que estaba pasando.
El jueves 25 los embarcaron a Puerto Belgrano en Bahía Blanca y se les dijo que posiblemente, irían a la zona sur. Todos pensaron que se trataba del conflicto por el Canal de Beagle con Chile…
El suboficial Pedro Camilo López, salteño de Rosario de Lerma, formaba parte del grupo de dieciseis miembros, ocho Comandos Anfibios y ocho Buzos Tácticos, denominado “Patrulla Techo” que estaba comandado por el Capitán Pedro Giachino, segundo Comandante del Batallón Nº 2 de Infantería de Marina.
Todos respondieron asombrados:
- ¿Pero, no era que íbamos al sur?...Bueno, las Malvinas están en el sur pero no, no es cierto, no puede ser…
La orden era: probar a full las armas. Se fueron a la cubierta de helicópteros, en la popa, llevando los cargadores de municiones de FAL y armamentos personales.
Sabían que el desembarco sería en Puerto Stanley pero como se levantó un fuerte temporal, se retrasó para el viernes 2 de Abril. Debían tomar la usina, pero justo sobre el desembarco, el capitán Giachino les indicó a sus hombres que había un cambio de órdenes, ahora éstas eran tomar la casa del gobernador Rex Hunt y exigir la rendición para evitar el derramamiento de sangre.
Fue el Operativo Rosario y su barco, el Destructor Santísima Trinidad.
Había varios puestos de desembarco para provocar el efecto sorpresa. Un submarino, el Santa Fe, junto con el comandante de la Agrupación de Buzos Tácticos, tenían la misión de neutralizar el Faro San Felipe donde estaba la estación de radio y un radar. Por eso se movieron antes de las 6.00 de la mañana, hora del desembarco. El asalto se hizo a las 0.00 horas del día siguiente, al tocar tierra, era exactamente la medianoche.
Atravesando pantanos de algas, barriales y senderos escarpados, llegaron, luego de cruzar un río, a las 6.45 horas, a la casa del gobernador en Saper Hill
Los ingleses estaban cubriendo la zona del aeropuerto que estaba a unos ocho kilómetros de la zona de ataque. También estaban en la plaza pues ya sabían de la llegada de las tropas argentinas. Estaban muy camuflados y apertrechados.
Los soldados veían que los ingleses tiraban de la ingle para abajo, lo cual se denomina “tiro de inmovilización”, por lo que supieron que su estrategia era la rendición y no la destrucción.
López pensó en su hija de un año y dos meses y que tal vez nunca volvería a verla. Luego de haber trepado la colina de Saper Hill cargado de municiones, había llegado a la cima y en medio de una lluvia de tiros, sólo podía pensar en ella.
-          Con tantos tiros, esto será una carnicería – balbuceó justo antes de que se cortaran las luces.
Cuando aclaró, como a las 5,45, se pudo ver por primera vez el paisaje  aunque había una intensa niebla. Rocas y pequeños arbustos eran los mudos testigos de una jornada que anticipaba el horror de la guerra. Los cuerpos cansados y hambrientos de los soldados, avanzaban juntos, unos detrás de los otros, en son de cumplir con su deber. Recibieron órdenes de marcar en una canchita de fútbol, una pista para el helicóptero. Esperaban las fuerzas de Seineldín.
Cuando llegaron a la casa, inmediatamente sintieron a los ingleses que pedían un santo y seña en inglés. El intérprete argentino, García Quiroga, les pidió que se rindiean, a lo que los ingleses respondieron con una ráfaga de tiros que los hizo replegarse.
Pronto fueron heridos Giachino, en la ingle, quien murió desangrado; García Quiroga, en el hombro, quien se salvó gracias a que cayó de forma tal que pudo tapar la salida de sangre; y el enfermero, que por ir a atender a los otros dos, también fue alcanzado por un tiro en la arteria femoral, se inyectó inmediatamente y pudo salvarse. Ya tenían una baja y dos heridos…
Como a las 8.30 horas de la mañana, los ingleses se rindieron. Eran cuarenta y dos hombres que se encontraban en el sótano de la casa del gobernador y algunos al frente, en la bahía.
De la casa del gobernador salía una banderita blanca. Por la bahía venían caminando el gobernador británico y un Vice-Comodoro argentino. Entraron trece hombres en la casa que inmediatamente auxiliaron a los heridos y tomaron prisioneros. Pronto llegaron vehículos anfibios con apoyo.
Se arrió la bandera inglesa y se izó el pabellón argentino. Fue ahí cuando llegaron las cámaras de ATC (Argentina Televisora Color).
El marino salteño Pedro López, se mordió los labios de bronca al ver que llegó un coronel del Ejército quien le ordenó volver a izar la bandera inglesa y arriar la argentina.
-          Hay que hacer la ceremonia para la televisión – dijo – y ustedes no pueden estar aquí, están muy sucios. A partir de ahora ustedes se van y el Ejército Argentino se hará cargo de todo – continuó con voz autoritaria.
Los habían echado a ellos, a los trece patriotas sobrevivientes de la Tropa de Asalto. Bajaron a las playas y luego al aeropuerto. Inmediatamente subieron a un avión de la Armada en el que se fueron de las islas. Habían estado veinte horas en Malvinas. Desde allí fueron a Río Gallegos y luego a Mar del Plata. Todo había pasado vertiginosamente…
En el momento de abrazar a su hijita, Pedro no pudo más que llorar de alegría. “Me va a conocer – pensó - Finalmente va a saber lo que hizo su padre”.


ANY CARMONA para La Cruda Verdad del Alma.

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